
Las más escogidas damas/
me dejaban en la cama/
congelado;/
-”Ten cuidado al desnudarme/
no vayas a estropearme/
el peinado”.
Joaquín Sabina, de la canción “Besos en la frente”.
Este fragmento de mi antaño admirado Joaquín Sabina (hoy en día un ser que se dedica a hacer canciones que sólo entiende él y a lamerle el culo al poder que antes tanto despreciaba), decía, que este fragmento sintetiza muy bien el fondo de este post. La canción va de un fulano que liga con una fea (a la que sólo dan besos en la frente, de ahí el título), y le maravilla lo buena que es en la cama en comparación con otras sosas y frígidas de belleza más convencional. Por que el título puede que engañe un poco, pero hablaremos de si el físico importa o no.
Y claro, no vamos a decir las cosas en 4 líneas, que es marca de la casa enrollarnos cual persiana. Así que el tema de si el físico importa o no merece un cierto desarrollo. Aunque sólo sea en defensa propia, que si se cumpliera la canción aquella de que se mueran los feos servidor hacía tiempo que estaba criando malvas. Y claro, de lo general iremos a lo particular, es decir; lo aplicaremos al bdsm, que este blog va de este juego de locos y pervertidos.
Al turrón:
El físico no importa, por supuesto que no. Por eso el Nespresso lo anuncia George Cloney y no Danny De Vito. Por eso las madres de los anuncios del Kinder Sorpresa bien podrían trabajar de go gos en cualquier discoteca de moda. Por eso...vamos, que el físico importa un huevo. Por que estamos en una sociedad absurda que coge referentes superficiales. Por que somos animales irracionales cuyos estímulos no han evolucionado. Por que la abuela fuma. La cosa es que lo primero que miramos en alguien, sea hombre o mujer o viceversa, es si nos entra visualmente o no. Y punto pelota.
Y aquí añadimos que cada persona tiene un proceso diferente; lo que es bello para uno/a, para otro/a es una castaña. Da igual si una persona es guapa o no, lo importante es que lo sea para tí.Eso es algo a tener en cuenta, pero lo dicho, lo vamos a obviar y aceptaremos que existen unas pautas “convecionales y generales” de belleza que se podrían resumir en que la página web de Angelina Jolie tiene más visitas que las de Carmen de Mairena, por no andarnos mucho por las ramas ni explicar la proporción esa de los griegos, que nos da mucho por culo.También obviaremos que la mayoría de los mortales somos “del montón”, que por algo se llama montón, sin destacar especialmente en nada que cause repulsión ni en deslumbrar cual Aproditas o Apolos.
Sin embargo...¿es importante esa belleza convencional?¿Lo es para cualquier relación? ¿Y para una relación bdsm?
Pues sí y no y todo lo contrario.
En una relación convencional, sabido es, nos regimos por unas leyes físicas y otras químicas que no son una ciencia exacta. El primer impulso es visual, claro, por que estamos hablando de sexo y hormonas y esas cosas, pero no es el único.
Resulta que vamos conociendo a la gente y mira, que bien me lo paso a su lado, le gustan las mismas novelas negras hechas en Finlandia que a mí, oye, que buena persona es y cómo me comprende cuando le hablo de que yo en verdad quería ser vendedor de neveras en Marte pero la vida me ha llevado a trabajar como diseñador de los logotipos de google, etc...y claro, una cosa lleva a la otra y aquello que no nos llamaba tanto la atención resulta que sí, que nos la llama, que no cambio París por mi aldea ni a Hugo Silva por mi Paco.
Esto pasa en cualquier relación convencional, que llega un momento que te gusta “la persona” más allá de sus proporciones anatómicas. Y es que, como en el montón somos muchos y Dioses/as sólo unos pocos, tampoco vamos a guiarnos siempre por una cinta de medir proporciones. Sin embargo, la teoría que procedo a argumentar en este nada humilde escrito es que en el bdsm ese momento llega mucho antes. Y lo argumento citando las 3 leyes del profesor Spirit que me acabo de inventar:
1- Para empezar, en el bdsm el círculo de gente que conozca y reconozca nuestras fantasías es más reducido. Si somos fans de Ricky Martín, encontraremos miles de mujeres en sus conciertos con las que poder conversar sobre tan interesante tema. Pero, como nuestra afición/ sexualidad es el bdsm, pues concierto multitudinarios no hay muchos, la verdad. Por no haber, no hay ni garitos, salvo excepciones. Sí, algo o mucho hemos cambiado gracias a internet, pero que alguien comprenda y complemente algo tan íntimo sigue siendo una perla en el fondo del mar. Y las perlas, sabido es, da igual que están un poco abolladas, que en la casa de empeños de la esquina te las compran igual.

2-Pero es que, además, el bdsm son básicamente sensaciones. De dolor, de pertenencia, de puto morbo bizarre, de lo que se quiera. Pero predomina la “sensación” sobre otras consideraciones. O, lo que es lo mismo, que a mi me gusta que me peguen latigazos por que soy un puto masoca. No me gusta que me los pegue fulanita o menganita, me gustan los latigazos en sí (se entiende que siempre de un contexto). Y aplíquese lo mismo a la sensación que más nos guste; de dominación, de servilismo, de causar dolor, de lo que sea.
3-Luego, quienes estamos en estos mundos ya tenemos cierta tendencia a “la poca convencionalidad”.Nos salimos un poco de los cánones ya de entrada y nos predisponemos a quienes nos generan esas sensaciones tan raras antes descritas. Ese “cada uno tiene un filtro que hace que le guste o no una cosa” nosotros lo llevamos raro de serie. Yo mismo no tengo ningún problema en reconocerlo; me gusta más Mercedes Milá por que “entra dentro de mi sistema de placeres” (ya sabes; mala ostia, morbo insano, porte de Dominatrix...) que la más buenorra de Gran Hermano.
De los párrafos precedentes podemos considerar que en el bdsm priorizamos unas cosas por encima de otras. O, lo que es lo mismo, podemos deducir que el apartado “está de bueno/a que alucinas” no tiene tanta importancia como “me hace sentir cosas que necesito”. De ahí que podríamos concluir que si, que en el bdsm el físico es importante, pero quizás menos importante que en otras lindes.
Paso de la teoritas a la praxis con un ejemplo real;
A mí los hombres no me gustan ni en salsa, como creo haber dicho por activa y por pasiva siempre que tengo ocasión. Y mira que me jode, por que me facilitaría muchas cosas y encima lo tendría chupado para cumplir mi sueño de ser comentarista de la prensa rosa, pero mira, soy heterosexual a mi pesar. Sin embargo, he tenido alguna que otra experiencia con hombres por el tema del bdsm. De hecho, mi primera experiencia bdsm con alguien no profesional fue con un tío. Por aquel entonces por que no había forma de encontrar Ama y me dije, “mira, para que te aten y te peguen no hace falta mirar el cromosoma”. Otro día la contaré, pero fue generalmente bien salvo por que me besó en la boca y tenía bigote.
Pero unas veces por la escasez de oferta que cubra la demanda, otras por que mira, las sensaciones son las sensaciones, otra por que mejor una vestimenta fetichista que un cuerpo desnudo sin más, otras por puro morbo....la cosa es que yo mismo me he visto atado a una mesa ante un tío, que no me gustaba nada físicamente por el mismo hecho de serlo, y tan feliz.
Y no me gustaría acabar esta lección de sabiduría infinita sobre este tema sin meter la cuchara en dos consideraciones abyacentes.
Hace unas semanas se pasó por aquí una mala puta a sembrar cizaña diciendo no se qué excusa de que este blog era machista. A raíz de su intervención, con tintes personales y de malicia, se han moderado los comentarios de este espacio, más que nada por que aparte de su cobardía al no dar la cara se mete con gente a la que quiero y parecio, que está en su perfecto derecho de pensar que este blog es machista y que la abuela fuma.
Parece ser que la muy puta se sintió aludida cuando a veces he hecho refer

encia a que muchas mujeres se han metido en esto del bdsm por que con la excusa de la oferta y la demanda así tenían mercado donde pillar cacho. Bien; no quiero que nadie se sienta aludido, (salvo esta mala puta), pero es una triste verdad que una “prueba” más de que el físico no importa tanto en estos mundos es que personas que no serían ni la opción de “son las cuatro de la mañana y llevo 7 cubatas, habrá que ir bajando el nivel a ver si pillo algo” se han metido en estos mundos para triunfar cual Manolete aprovechando todo cuanto antecede.
Y es una triste verdad, y yo he visto/conocido mujeres así, y a quien le pique que se rasque. Y hombres.Y, para que no me acusen de machista, también diré que he conocido mujeres que han vivido y viven estos mundos con intensidad, sean guapas o feas, y que he conocido personas estupendas, hombres y mujeres, y auténticos hijosdeputa, hombres y mujeres también. Otro día hablaremos detenidamente de ello, que hoy no toca, pero que conste en el acta el tema.
La otra consideración que quiero hacer es saber ser racionales ante cualquier elección, y conocernos a nosotros mismos y a nuestras prioridades. Estas fantasías nos condicionan, y mucho. Y aquí enlazo con la frase de Sabina que se ha puesto al principio. Nos deslumbra la belleza, por que constantemente nos la lanzan en los medios. Has de ser guapo/a, joven, delgado/a, etc...pero en verdad estamos adorando el oro con el que está hecho el becerro. Hemos de ir más allá. Tiene más visos de ir a buen puerto una relación con alguien con quien nos complementemos en estas fantasías que con alguien que no lo hagamos, por muy buena/ muy bueno que esté. Por que compartimos algo que para nosotros es importante.
Si damos por supuesto que yo necesito estas fantasías bdsm como el respirar...¿con quién me lo voy a pasar mejor? ¿Con Angelina Jolie, que queda muy bonita en la alfombra de los óscar pero que desde que colecciona niños vietnamitas como cromos está de un soso que espanta o con Mercedes Milá, que seguro que se le pone el coño húmedo de pensar en atar y pegar a cualquier tipo que crea toserle? Y, encima, ésta última puede contar divertidas anécdotas de cuando era periodista y entrevistaba a Paco Umbral.
Y por último, y desligando ya un poco el tema del bdsm, quisiera hacer un llamamiento a figarnos en las personas y no en los físicos. No por mí, que tengo un físico cojonudo y mejor que no nos fijemos en mi persona que soy gente rastrera y de mal, si no a nivel general. De nuevo me explicaré mejor con un ejemplo real:
Tengo un conocido, que no amigo, que tiene una novia que es un bomboncito. Lleva con ella poco más de un año. No viven juntos. Este conocido tiene algo más de treinta, y la novia es un yogurín de veintipocos. La cosa es que este conocido se ganaba bastante bien la vida hasta que de un día para otro, como por desgracia está pasando actualmente con frecuencia, la empresa donde trabajaba empezó a tener problemas y de momento lleva varios meses sin cobrar la nómina. Como vivía al día, pues como colchoncillo para los momentos difíciles tiene lo justo, y no puede llevar a su novia, que no trabaja ni tiene intención de hacerlo, a cenar ni a hacer viajes. El otro día me lo encontré por casualidad, aunque por motivos que no vienen al caso intento evitarlo, y lo ví abatido, de tal forma que le pregunté por cortesía que le pasaba aunque me importan una mierda sus problemas. Me dijo que llevaba una semana sin ver a su novia por que ésta se había negado a salir con él a tomar un café o ver un DVD, que o le invitaba a cenar o nada.
La culpa, evidentemente, es de este tipo por no mandar a esa fresca a hacer puñetas. Y es que los hombres, y las mujeres, y viceversa, caemos una y otra vez en el mismo error fatal; no vemos más allá. Para estar con según qué personas no vale la pena. La vida es muy breve y la hemos de pasar lo mejor posible en compañía de gente que nos aporte y nos valga la pena.
Y esto es todo amigos. El viernes toca tocho nuevo, con el que haré justo homenaje a un recuerdo de mi infancia que tenía difuso y que, gracias a las nuevas tecnologías, he podido reconstruir con nitidez y nombre y apellidos. Ahora os dejo, que tengo que ir a ver el “Salvame”, pero no estoy enganchado, lo puedo dejar cuando quiera. Hasta entonces tengan cuidado ahí fuera y sean buenos o malos en su justa medida.