Pues hace tiempo que no hablamos de estos mundos de locos y pervertidos en serio. Hoy tampoco lo haremos, claro, pero de tanto en tanto mola desgranar un poco los mecanismos del bdsm. Al fin y al cabo la intención inicial de este blog era ser divulgativo. Hoy toca un tema de esos que los firma Elise Sutton y la audiencia masculina salpica la pantalla, pero como lo va a firmar este nada humilde servidor, pues como mucho...nos reiremos un rato (o no).Ilustran unas criaturillas de mala vida que me he encontrado por internet.
Y es que la cosa va de castigos.
Siguiendo la lógica ilógica del bdsm, en realidad tiene toda su razón de ser. Si la sociedad, como ente colectivo, no ejerciera la amenaza del castigo en forma de multa o fría mazmorra, el común de los mortales iríamos robando y asesinando por ahí tranquilamente, e incluso nos iríamos de las tiendas de tebeos sin pagar. Ha de haber un poder que penalice a quien incumple las normas, aunque luego venga Belén Esteban y se lo pase por el forro, por aquello de ser una sociedad y no la ley de la selva y tal.
Aquí, en el bdsm, se da la circunstancia de que el poder legislativo, ejecutivo y judicial recáe en la misma persona; el o la Dom. Así que de separación, nasti de plasti. El dominante tiene la capacidad de crear las leyes (órdenes), de ejecutarlas (atarte, azotarte), y de redimir los conflictos que de ello resulten con su visión subjetiva (lo has hecho bien, mal o regular, lo has cumplido, incumplido) y, en base a esa sentencia, aplicar o no el castigo cual juez.
Por que todo poder no es tal si no viene acompañado de la capacidad de coacción para ejercerlo. Si me voy de la tienda de tebeos sin pagar, y me pillan, me pondrán una multa. Si desobedezco a mi Dom, éste puede castigarme.
Y aquí nos encontramos la primera incoherencia.Si me voy de la tienda de tebeos sin pagar, la policía me pondrá una multa (o la mazmorra fría según el volumen de lo robado, como bien saben los miles de carteristas que entran y salen de las dependencias judiciales como si eso fuera su casa), quiera yo o no. Ellos tienen la potestad, pero no por elección propia y personal mía, si no por que la sociedad delega su poder en las instituciones.En cambio, al Dom tiene la potestad de castigarme si , bajo sus ojos, cometo un delito o falta o lo que sea menester...pero la tiene por que yo quiero que la tenga.
Como hemos dicho por activa y por pasiva, esto del bdsm es una fantasía. Pero, para que la fantasía funcione, es necesario que nos la creamos. Así que ese poder de “castigar” ha de devenir creible y real. Si no, no tiene sentido.Igual que la sociedad “cede” su fuerza colectiva a las instituciones que la representan, el sumiso “cede” el poder de ser castigado a su Dominante.
Bien, y con ese poder...qué ha de hacer un Dom?
Pues he aquí el meollo de lo que yo quería exponer, aunque con la introducción me haya ocupado ya casi un folio. Y es que creo que con ese poder el Dom debe hacer algo útil. Como dirían en los tebeos de Spiderman, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Yo no soy partidiario de los castigos por motivos aleatorios o directamente absurdos. Pienso que un castigo ha de ser algo “sentido”.
Volvemos a meternos en la lógica ilógica del bdsm. Yo pertenezco a una persona. A ésta persona me entrego. Si la he fallado, por lo que sea, éste Dom me castiga. Pero me castiga como un padre castiga a un niño, con dolor. Para que aprenda. Y, a la vez, si yo he fallado, y lo importante para mí es la complaciencia y la partenencia y la entrega y tal (joder, muy dogmático me está saliendo el post de hoy, tendré que hacer luego uno sobre Carmen de Mairena para compensar), decía, que si yo he fallado pues es lógico que acepte este castigo con dolor también.Y, aunque sea algo que se haga habitualmente (por ejemplo, diez azotes) en nuestras mentes y percepciones esos azotes no se perciben igual.
Los lectores habituales de éste espacio ya saben que considero los escritos de Elise Suton una mera patraña para hacerse pajas las noches de luna llena. Sin embargo, como prueba de que incluso el libro más nefasto tiene alguna línea notable, hubo un artículo sobre adoctrinamiento y castigo que, prescindiendo del tufo supremacista y comecocos de esta señora (o lo que sea), tenía su cierto interés.
El resumen vendría a ser que cuando el Dominante enseña al sumiso lo está “a
doctrinando”. Estas enseñanzas pueden ser sobre comportamientos, gustos, actos, obligaciones, etc....Si el sumiso/a no asimila estas enseñanzas, bien por incompetencia, bien por desidia, al Dominante le corresponde aplicar un “castigo”.
Y, lo dicho, ese castigo se ha de percibir como que tiene un propósito.El propósito de corregir, y el propósito de demostrar el poder del Dominante sobre el otro/a.
Hay castigos como “excusas” para el placer. Del tipo que mientras el Dom dice fusta en mano “te voy a castigar por haber sido un perrito malo” a uno se suben los calores al cuerpo y pierde el oremus todo mojado cual Santa Teresa de Jesús en pleno éxtasis. Esta vertiente no sólo está bien si no que está mejor, claro, pero mira, hoy me ha dado más por adoctrinar que por pervertir.
Y es que releo lo escrito y reconozco que hace tiempo que no me ponía tan dogmático y escribía “desde dentro de rol”. No sé, debe ser la edad. En todo caso, falta un último apunte que considero también interesante, éste de cosecha propia, sin recurrir a la amiga Elisenda ni similar;
Como he dicho, yo no soy partidario de los castigos aleatorios, ni por cosas absurdas. Le quitan su función. Como excusa para el placer, sí, claro, pero la verdad es que para el placer no hace falta excusas. Tampoco, en general, soy partidario de recurrir (o que me recurran) a ellos, pues tampoco hay que perder la perspectiva; no deja de ser una fantasía entre dos personas que lo hacen por voluntad, y bajo ese prisma si alguien no le ha salido de ahí hacer algo es absurdo imponérselo. Están bien, eso sí, como “refuerzo” de la fantasía, como medio “recordatorio” que la sostiene, como una parte que, bien usada, es un elemento más del juego. Y creo que, fundamentalmente, esa debe ser su función.Pero bien usada.
Explico, o lo intento, esto último.En el bdsm, cu
ando entramos en temas psicológicos, corremos el riesgo de herir suceptibilidades. Y claro, tampoco es plan de joder a nadie con algo que es, o debería ser, grato. Si entramos en los castigos, entramos también en temas de autoestimas, por que a nadie nos gusta que nos digan que hacemos algo mal, o que nos consideren inútiles o cualesquiera otra cosa. Así que, de entrada, yo advirtiría que al entrar en ese terreno se sepa bien dónde pisar.
Por que una cosa es corregir, adoctrinar, ejercer el poder, marcar un poco el territorio, etc...y otra es cortar el rollo simplemente.
Y bueno, más o menos esto es lo que tenía que decir al respecto.La semana que viene volveremos a temas más frívolos, como algún que otro placer culpable mío o similar. Hasta entonces, recuerden, los MIÉRCOLES, BEDESEMENIADAS. Tengan cuidado ahí fuera y sean buenos o malos en su justa medida.