"LA COMUNIDAD BDSM", ASÍ, CON COMILLAS

¿Qué es “La Comunidad bdsm”, caso de que sea algo? Pues eso trata de dilucidar este nada humilde escrito, con conclusiones, advierto ya, nada alentadoras. Aunque dudo que ello sea ninguna sorpresa. Ilustran unas amigas y la aparición estelar del símbolo bdsm, esa especie del ying y el yang, por que poner la bandera me parece algo ridículo.

Si cogemos la wikipedia que todo lo sabe, vemos que una Comunidad se define como “ un grupo o conjunto de individuos que comparten elementos en común (...). Por lo general en una comunidad se crea una identidad común (..) .”

Los “(...)” los he quitado yo por que eran explicaciones un poco rollo, que venían a decir que los integrantes elaboraban elementos propios como lenguaje, locales, símbolos y demás. Las he visto mejores, pero como definición ya nos vale, que yo no soy quién para rebatir a la wikipedia. ¿Somos los integrantes de este juego de locos y pervertidos una Comunidad?

Sobre el papel, pues sí. Somos un grupo de gente que compartimos un interés común (estos juegos bdsm), que nos interrelacionamos entre nosotros en espacios propios (por internet, por donde se puede), que tenemos elementos propios de identidad (nuestro lenguaje de collares y pertenencias, nuestros juegos secretos y perversos e incluso una bandera muy chula) y que emprendemos acciones conjuntas (kdadas, fiestas, debates cíbers, etc...). Sobre el papel queda de puta madre, verdad? La Comunidad bdsm, temblad poderosos del mundo, esto es peor que “La Familia” de Don Vito Corleone.

Pues sobre el papel quedará de puta madre, pero en la praxis no puede resultar más lamentable. Si somos una Comunidad, cosa que dudo, será algo más parecido a “13 Rue del Percebe” que a otra cosa.

De nuevo me remitiré a los clásicos, en este caso a un ejemplo que puso Arturo Pérez Reverte en una de sus columnas y que ya he citado alguna vez por que me parece muy significativo. Van diez fulanos a tomar café y no hay dos que los pidan iguales; que si uno cortado, el otro café con leche, el de allá café americano, el de acullá cortado pero con la leche natural, el del bigote una poleo menta y el que parió su abuela largo, con sacarina y en vaso, y así hasta diez, o veinte, o los que sean. Pues esto es “La Comunidad” bdsm en nuestro país.

Es decir; un poti poti de gente que hace cada uno la guerra por su lado, que no se siente integrada en nada que no sea pillar cacho y que el interés común, más que el bdsm, son las rencillas de celos, cuernos, desagravios, el “túnoeresloqueseadeverdad” y, sobre todo, el pontificar si el bdsm es esto o lo otro, si se ha de hacer así o asá, si se es más de femdon que de sm, si el cuero con leche o el cortado sin azotes, y de nuevo que si yo la tengo más gorda y que si tal es un falso y fulanita una frustrada.

Varios son los motivos que propician este panorama:

Por un lado, estos juegos siguen siendo secretos. No nos queremos hacer visibles por el qué dirán. Y que conste que yo el primero.Por que una cosa es ser gay, que ahora está de moda y tiene su plus, (claro que hace 20 años a ver quién tenía los bemoles de salir del armario), y otra cosa es decir que te gusta que te aten y te peguen, o a la inversa, y a ver quien te quita el sambenito de tarado en el mejor de los casos. Así que de entrada Comunidad sí, pero secreta, y eso quieras que no limita mucho.

Por otro lado, comentaba Luis Vigil en el post anterior la falta de locales, fiestas y demás infraestructuras donde relacionarse y actuar con normalidad. Los frikis tenemos...digo, tienen, sus librerías de tebeos, los hinchas del fútbol sus peñas, los gays sus locales de ambiente y así sucesivamente. Nosotros no tenemos nada, salvo algún local aislado. En la tertulia posterior con el amigo Luis expresé que por una parte, todo se reduce a la vieja ley de “la oferta y la demanda” y por otra no sé si considerar internet (donde amparados en el anonimato de un nick cada uno se puede relacionar a sus anchas), un sitio dónde socializarse, que yo creo que sí. Pero en el problema de fondo, la carencia de una infraestructura mínima donde aglutinarnos los seguidores de esta afición con cara y ojos, es cierta.

Y por último, pero no menos importante, es que somos un país de cantamañanas. Y que conste de nuevo que yo me incluyo. Pero aquí, en general, los conocimientos de bdsm se reducen a “tú en verdad lo que quieres es tener pareja”, o, por resumirlo todo, “los sumisos son menos hombres, las Amas unas mal folladas, los Amos unos capullos y las sumisas unas tontas”, y demás reproches y chismes de patio de vecinas que no dan ni para una entradilla en el “Sálvame”, sin contar con la vieja ley de “lo importante es pillar cacho” que resume todo lo anterior.

Citando de nuevo a Pérez Reverte, España no es un país de Quijotes, si no de Sanchos Panzas incultos y supersticiosos a los que se les engaña con la promesa de una ínsula, que no ha hecho una revolución como la francesa y de ahí que arrastremos milenios de servidumbre y atraso. Y eso se nota, mire Usted. Por eso a nuestra incultura general se le suma nuestra vena caínita, o viceversa, y con estos cimientos qué leches de Comunidad queremos construir, y más de bdsm, que al fin y al cabo estamos hablando de temas sexuales y con el triunfo o el fracaso de los mismos no se juega.

Por todo lo anterior podríamos concluir que Comunidad sí, lo somos, pero lo justo y necesario.Tenemos nuestra bandera y nuestros símbolos, nuestros sitios de internet e incluso algún otro local por ahí, nuestras reglas (que cada uno interpreta como quiere), y nuestras fiestas de guardar, pero que todo ello lo sintamos y lo hagamos servir para algo útil es otro cantar. De unidos no estamos mucho, de visibles lo esencial y de movernos y tal mejor no hablamos. Y nuestra reivindicación más inmediata es la de pillar cacho y hablar mal de quien se tercie por que nosotros sabemos más que el resto. Pues esto es lo que hay, esta es la Comunidad. Pocos, sin medios y mal avenidos.

No obstante, yo quiero ser positivo. Como colectivo, nos queda mucho por hacer, es cierto, y algún día lo compararemos con el colectivo gay. Pero si comparamos la situación actual con la de hace no veinte, si no tan siquiera diez años, mucho se ha avanzado. Y bueno, será todo una guerra de guerrillas, pero yo gracias a esto del bdsm me he relacionado (y me relaciono) con gente muy maja a los que llamo amigos/as. Y espacios, (como éste mismo), donde aportar, relacionarse y exponer, los hay en cantidad nada despreciable. Aunque como ejemplo de la mezquindad que comentamos de tanto en tanto se cuela algún troll, como la puta esa que dijo que soy más falso que Judas (lo cual es cierto, pero es que necesitaba 30 monedas de plata para el Salón del Cómic).

Y quieras que no algo de Comunidad somos, pues cuando emiten algún reportaje o algo del tema por la tele nos avisamos los unos a los otros a ver cómo nos presentan. En fin, que hay gente maja y gente menos maja, como en todo en esta vida, y aunque en esencia no seamos un colectivo uniforme y visible algo de colectivo tenemos, aunque sea en ratitos secretos y en las fiestas de guardar. Y, desde luego, quiero desde aquí remarcar que de tanto en tanto se organizan eventos como ciclos de cine, de poesía, exposiciones o fiestas abiertas con la mejor voluntad del mundo y con ese afán de "crear" los instrumentos sociabilizadores, darnos a conocer, etc...Unos salen mejor y otros peor, pero todos son a valorar de forma positiva.

Pues expuesto está el tema. Sólo folio y medio, pero es que tampoco tiene más chicha. Escribiendo sobre esto me ha venido a la cabeza hablar de los prejuicios que tenemos los propios integrantes del bdsm con/ respecto a / sobre nosotros mismos; desde el ya clásico “tú no eres verdadero/a” a otras cosillas de detalle, como la feroz separación entre el mundo profesional y el amateur, pero la verdad es que hace tiempo que no expongo mis placeres culpables y ya tengo el mono. Así pues, la semana que viene, nueva entrega de tan fabulosa serie con....Hasta entonces tengan cuidado ahí fuera y sean buenos o malos en su justa medida.