jueves, 20 de noviembre de 2008

ALGUNOS PRINCIPIOS DEL BDSM QUE, AUNQUE NO LES GUSTEN, NO SE PUEDEN CAMBIAR POR OTROS

Un antiguo dicho establece que es necesario que nos recuerden lo evidente por que suele pasar desapercibido. En este post vamos a hablar de lo evidente; los principios básicos que rigen este juego de locos y pervertidos que es el bdsm. Es un post muy de Barrio Sésamo, lo reconozco, pero es que a veces se lee cada tontería por ahí (y no me refiero sólo a nuestra amiga Elise Sutton) que no está de más tomarnos un tiempo para marcar las diferencias. Ey, no tamos locos, que sabemo lo que queremo y lo que hacemo.

Va dedicado a Elise Sutton, que no me ha rebatido mi post anterior, a ver si aprende algo. También está ilustrado con fotos de femdom cogidas por la red;

El bdsm no es disfrutar estando preso en Guántanamo, ni mentarle a la madre del borracho más gordo del bar para que nos de una paliza y nos corramos de gusto. “¿Cómo que no?-Se preguntará algún humorista sin ideas cuyo personaje va por las esquinas pidiendo leñazos-”si es lo que os gusta”.

Ya hemos dicho que es un post de Barrio Sesamo. Por eso vamos a llamar al profesor KoKo, que en este caso lleva felpa de cuero negra, para que nos explique la diferencia. Profesor KoKo, adelante:

-Gracias, Sr. Spirit. Verán, queridos contertulios, humoristas sin ideas, presentadores de televisión, allegadas de Elise Sutton y vulgo en general: una relación bdsm no es más que un Mc Guffín y una suspensión de la realidad.

Me explico;

El Mc Guffin, en el argot cinematográfico, es algo así como “un truco”. Un suceso que da origen a la trama y que está presente de forma obvia (y por tanto imperceptible) en toda la película, aparentemente nimio pero de vital importancia porque sin el cual no se hubiese originado nada. Como cuando en “Ciudadano Kane” el moribundo dice “Rosebult”. Gracias a ello, pese a que nadie lo ha oído, se repasa su vida. O cuando confunden a Cary Grant con un agente secreto por pedir un cubata al botones del hotel. Pues bien; en el bdsm el McGuffin es que es un juego de voluntades. Se está porque se quiere.
Y eso mismo se obvia y nos conduce a suspender la realidad; es decir; estamos dispuestos a creernos (o, mejor dicho, a sentir) cosas que sabemos que no son ni ciertas ni creíbles, como cuando vemos “Supermán“ y admitimos que un hombre puede volar. En este caso ejercemos unos roles, creamos unas reglas. Creamos un mundo interior en el cual no ha de entrar el mundo exterior. Lo que diferencia una relación bdsm, por muy extrema que sea, de estar preso en Guantánamo, los malos tratos o recibir una paliza del borracho del bar es que el bdsm es esto. Un salto con red. Creo que la mejor definición que se me ocurre es que, en mi nada humilde opinión, creamos una ilusión. Nos creemos las prácticas, las transformamos en emociones, las vivimos y sentimos.

El sumiso/a hace una “cesión de derechos” porque le da placer entregarse, disfrutar con el dolor, disfrutar con las ataduras o con las vejaciones, y el dominante “recoge” esos derechos para utilizarlos porque le da placer su complementario; dominar, vejar, azotar, etc.....pero nos ponemos de acuerdo hasta donde podemos y queremos llegar. El dolor duele, claro, pero en el momento que es un dolor elegido ya no es un daño real. Ya hablaremos de canalizarlo en otras sensaciones. Y el pegar puede ser peligroso si se pega mal, claro, pero por ello se tiene la confianza de que la parte dominante no va a hacer nada que no esté segura de hacer. Los verdaderos sádicos no practican el bdsm; se hacen presidentes de los EEUU.

El dolor se disfruta en un contexto, en un ambiente de fantasía, con unas normas de seguridad.

Por ello todo aquel que se haya adentrado en el mundo del bdsm sabe que el lema del mismo es “Sano, Seguro y Consensuado”. Se trata de jugar a una fantasía sabiendo lo que podemos hacer y lo que no. En el momento en que las reglas no se cumplen, el sumiso “recupera” los derechos que previamente ha cedido, se hace obvio el Mc Guffín y se grita a los 4 vientos. Se rompe la cuarta pared y Superman dice; “me llamo Cristopher Reeve y estoy colgado de un cable“. Se para el juego.
¿Existen riesgos? Como todo en esta vida. En el momento en que alguien está atado está indefenso....¿cómo sabe que la otra persona va a respetar esas reglas y no se va a extralimitar? Ahí partimos de la confianza en la otra persona; el bdsm es un juego de confianza y honestidad, por eso tampoco es cuestión de practicarlo como si fuera un polvo furtivo de buenas a primeras. Sano, seguro y consensuado. Y partimos también del sentido común, el mismo que nos incita a no coger caramelos de desconocidos con gabardina. .¿Puede haber accidentes en las prácticas bdsm? Igual que en el trabajo pese a la ley de prevención de riesgos.

-Gracias, profesor KoKo, aquí tiene una galleta que se ha dejado Triki por que engordan y sólo toma kellogs all bran desde que la cercita peggy no quiere ir con él al parque. Como es mi blog, si no le importa, continuaré yo; quisiera hablar del “dentro” y “afuera”. Y no me refiero a meterla y a sacarla;

Pero para salvarnos de la locura, al menos en las formas, hemos descubierto un truco. Y es la diferencia entre el “dentro” y el “afuera”. El “dentro” es cuando asumimos un rol, jugamos y aceptamos unas reglas. Creamos un mundo de fantasía donde hay poses, dolor, sensaciones que sentimos. El “fuera” es la otra realidad. El mundo donde somos personas, donde las reglas se diluyen y la razón y la cotidianidad se imponen al deseo y a la magia.

Pero vamos a retorcer un poco las cosas, como prueba de que no todo es tan bonito. Hemos dicho que es sano, seguro y consensuado y se nos ha llenado la boca de verdad y buenas palabras. Pero....(y no hay nada más peligroso en esta vida que un pero...)

¿Sano? Algunas prácticas bdsm son de entrada insanas, como lamer suelas o beber orina (y que conste que a mi me encantan las dos cosas). Tampoco conozco a ningún médico que recete una paliza con un látigo para la circulación de la sangre. Como nos pille haciendo algo así el abuelo de “Saber Vivir” nos pega collejas hasta en la tarjeta del CAPRABO y nos castiga con un mes sin llamadas al programa.

¿Seguro? Lo único seguro en esta vida son la muerte y los impuestos, así que a ver quién asegura que no se va a dar con más intensidad de lo que se debe en donde no se debe. Estamos hablando de prácticas de tortura controlada. Pero tortura al fin y al cabo. ¿Habéis olvidado aquel ministro inglés que se asfixió en su casa con una bolsa de plástico jugando a estas prácticas? ¿No sabes que mucho tiempo atado fuerte, las manos se entumecen? Accidentes existen yendo a comprar el pan, cuanto no en estas circunstancias.

¿Consensuado? En el sentido de que nadie va a hacer nada que no quiera REALMENTE hacer sí, claro. Pero estamos hablando de dejarnos dominar. Se supone que la que manda es la parte dominante, que no está para darnos placer sin más. No es una relación entre iguales en ese sentido. Consensuamos unos límites,.....y los vamos traspasando. Consensuamos a veces más el “tolerar” que no el juego en sí.

Claro que todo lo expuesto tiene truco. Cuando decimos “sano, seguro y consensuado” queremos decir que es un salto con red. Pero un salto al fin y al cabo. Evitamos los peligros, no estamos forzados, tomamos medidas. Pero tampoco hay que presentarlo todo con un “no pasa nada, esto es jauja”, porque de nuevo no es eso. Nunca hay que bajar la guardia.

En realidad estas tres cuestiones se reducen a la confianza en la otra parte; saber, por un lado, que el dominante no nos va a poner en peligro ni nos va a hacer daño a conciencia. Por otro, saber que el sumiso va a utilizar su capacidad de pedir parar, expresar que no se siente bien o transformarse en el Increible Hulk y salir pitando echando leches si se tercia. Muchas parejas utilizan una palabra clave para parar una sesión si no lo ven claro. Lo que se llama un “stop”.

El hecho de que en estos tiempos convulsos no siempre es fácil encontrar gente de confianza es uno de los principales miedos para lanzarse a estos mundos. Nos inquietan estas fantasías pero nos dan un poco de mal yu -yu. También se suma el hecho de que no siempre se tiene del todo claro; estamos perdidos y con las ideas por encauzar. Desconocemos. Además, la primera vez es la más difícil y no siempre se sabe cómo va a reaccionar uno. Y hay que sumar, claro, el miedo o la vergüenza a contar que tenemos estas fantasías a nuestras parejas o ligues, por lo que, a lo mejor, tenemos al lado a la persona de confianza pero no nos atrevemos a decírselo.

Ey, nadie dijo que fuera fácil.
Bajo mi punto de vista, hay tres límites claros en el bdsm. Uno es lo que hemos comentado de sano, seguro y consensuado,, con todo lo que lo hemos retorcido. Luego, ni que decir tiene que actitudes como la pederastía o cualquier otro abuso del más débil topan con el rechazo más firme y más absoluto tanto de quien esto escribe como de todas las personas que menciono y conocen el mundillo bdsm. Y el tercer límite, este algo más difuso, son las cosas irreversibles, por muy legales, sanas, seguras y consensuadas que sean.

Me explico; la vida cambia, las personas cambian, los deseos cambian, y como somos personas antes que roles (por muy metidos que estemos en una sesión) eso nos afecta. Nosotros cambiamos y nuestras relaciones cambian. Lo que hoy hemos elegido como entrega absoluta mañana puede ser un “volviéndome loco/ derrochando la bolsa y la vida/ la fui poco a poco/ dando por perdida”. Por eso, por muy intensa que sea una relación DOM- SUM, todo lo que se haga en esa relación calificado como irreversible personalmente me parece erróneo. Poner el piso, la nómina, los calzoncillos y el reloj del abuelo a nombre de mi Ama/o porque le pertenezco, aunque solo me lo he currado yo (o mi abuelo, que me lo ha dejado en herencia), me parece un error.

No obstante, pondré un ejemplo algo extremo, ajeno al bdsm pero en cierta forma aplicable a él. Hubo, hará ya un lustro, un par de gays en Alemania, creo que era, que decidieron que uno de ellos se cortaría la polla y el otro se la comería. No recuerdo exactamente los detalles, pero el caso era éste. Vamos; que dejaban a Romeo y Julieta como un encuentro en los lavabos. ¿Era consensuado lo que hacían? Sí. No se hasta qué punto es como si lo consensuara un deficiente mental, pero vale, estaban de acuerdo sin entrar en su presunta incapacidad. ¿Sano y seguro? La castración es una operación que si se hace bien, en manos de un equipo y eso, puede ser sana y segura, sí. Aceptamos barco como animal acuático, vale, pero sólo por que no es allí donde quiero llegar. ¿Inmoral, extremo? También. Pero dejemos esas cuestiones, que por sí solas hacen discutible la operación. Digamos que, dentro de unos años empiezan a engordar, no tapan la taza del wáter, dejan de afeitarse y encima uno de ellos llega sospechosamente tarde del trabajo con pelos púbicos entre los dientes. Vale....¿y ahora qué? Pues ahora uno se ha quedado sin polla porque un día tuvieron un arrebato de pasión y llevaron un poco más allá un juego de amor, o sexo, o lo que fuera. Y eso es irreversible. Si te casas te puedes divorciar, si te dejan marcas ya se irán con el tiempo y pomada. Pero en según qué actos no hay marcha atrás.


Por muy intensa que sea una relación bdsm, y por mucho que se diga “maldito aquel que en los primeros instantes de una relación amorosa no piense que esta relación ha de ser eterna”, hay que tener en cuenta que no se puede perder la perspectiva; es un juego, una fantasía, una emoción. Por eso hemos de llevarla bien. No hagamos de una fantasía algo irreversible.


Bueno, amigos, este es el post de esta semana. Un poco rollo, puede ser, un poco básico,también. Lo reconozco, pero creo que es bueno dejar las cosas un poco claras por si entrase por aquí alguien con sana y legítima curiosidad. Otro día seguiremos las lecciones y hablaremos de la entrega, el amor y tal.
Si encuentro las fotos que busco, habrá un post el lunes, otro el miércoles y otro el tradicional del viernes. Serán tres TOP 5 personales pero transferibles sobre cine, tebeos y tele, relacionados con el tema. Estáis todos invitados.

Tengan cuidado ahí fuera y sean buenos o malos en su justa medida.

Spirit de Zoe

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