sábado, 26 de junio de 2021

ANECDOTAS BIZARRAS CON SEXO DE PAGO: PARTE 4 DE 7: PASEANDO POR EL RAVAL

Aunque no seas de Barcelona, seguro que te suena el barrio de EL RAVAL. Suele salir cada dos por tres en las noticias, por supuesto para nada bueno; redadas en narco pisos, peleas callejeras, abatidas contra las mafias de la prostitución... esas cosillas de los barrios chungos. Solo falta el teniente Furillo de CANCIÓN TRISTE DE HILL STREET.



Pues bien; los tiempos actuales son gloria bendita comparado con hace unos 20 años. Ahora hay un hotel de lujo y la Filmoteca de Cataluña, y quieras que no eso hace que se corten un poco. Hace dos décadas o así era territorio comanche al cuadrado; hogar de makinavajas, prostitutas decadentes, yonkis salidos de the walking dead y demás escenarios que yo, por supuesto, soy veo en la tele y como muy cerca en los tebeos de Batman. Que soy de barrio proletario del área metropolitana, pero con clase.

No quiero ni pensar de cuando era el barrio chino de toda la vida. Pero en fin; esta nueva y emocionante anécdota empieza en ese barrio, a las seis de la tarde de un día cualquiera de hace esos 20 o más años. No se bien qué hacía yo por ahí, no es mi hábitat habitual. Tengo el vago recuerdo de que alguien de la empresa se iba a otro sitio, hicimos una comida de despedida y acabado los cafés y los chupitos anduve por esas calles con un castañón en el que no me sentía ni la cara.



La calle Robadors, corazón de ese barrio, estaba llena de prostitutas callejeras de principio a fin. La mayoría dudosamente mayores de edad, con acentos de todas partes del mundo. Ya dije en la introducción que estoy en contra de las mafias, el proxenetismo, la esclavitud sexual, etc...No podía entender cómo podían campar tan libremente ante la mirada entre curiosa y atónita de tontoselhaba como yo, turistas varios, puteros con serios problemas de olor corporal y demás fauna. 

En otras ocasiones me hubiera ido por patas, pero entre que era a plena luz del día, que iba castaña y que había un par de coches patrulla tomando tranquilamente el sol y dejando hacer, pues recorrí la calle. Total; como mucho me podían robar las 30 pesetas que llevaba en la cartera.

La cosa es que casi al final  había el sector "prostitutas de la vieja escuela". Mujeres maduras que ejercían desde cuando Franco era cabo, ya en el crepúsculo, secundarias de esa Barcelona canalla que se idealiza en demasía. Quiero creer, y así lo parece, que fuera de las mafias, aunque no de las necesidades de la vida. 



Pero aceleremos; tampoco hace falta tener el algoritmo del big data para saber lo que va a pasar; se me acerca una de ellas, tendría unos 70 años. Supongo que se me acercó porque me quedé mirándola, llevaba una falda de raja y tengo que reconocer que mi corazón dio un impulso. Un impulso hacía otra parte de mi anatomía, huelga decirlo.

Hola, guapo, qué haces aquí? Mire, no busco compañía, gracias. Subimos? Te lo vas a pasar bien, no tengas miedo. Mire, es que a mí me gustan unas cosas que seguro que usted no hace ni encontraré aquí. Guapo, yo he visto y hago de todo. Verá....a mí me gusta un poco que me aten y me peguen, a un nivel suave, como fantasía. Claro, guapo, yo te lo hago, no hay problema. No sé si llevo dinero...ah, si! Veo que tengo "x" petromortadelos en el descosido del pantalón, hay bastante para un rato? Nos apañamos con eso, corazón, sígueme.

Y bueno, ya habéis visto que soy fácil de convencer. Podía echarle la culpa a los residuos del alcohol, pero la verdad es que con los nervios se me había pasado la castaña. Fue morbo, puro morbo, lo confieso. La atracción de lo sórdido, lo prohibido, lo decadente, el peligro, la acción, el salir de la rutina. 



Subimos a un piso y en la entrada....CARMEN DE MAIRENA en una silla, muy digna. Supongo que sabéis quién es. Quien no lo sepa, que pinche aquí. Se rumoreaba que en sus últimos años se ganaba la vida alquilando habitaciones a prostitutas de la vieja escuela. Ya os confirmo yo que no es un rumor, si no un hecho, que la tuve delante con la palma de la mano en actitud de recibir. 

Yo, muy educado, la saludé. Hola, usted es Carmen de Mairena, encantado. Me ha hecho mucha ilusión verla, un placer. Gracias guapo, son x petromortadelos la habitación y el lavabo está al fondo a la izquierda. La escuché cantar una vez en un espectáculo y tiene usted una voz estupenda. Gracias, corazón, ahí tienes toallas limpias.



Pasamos a una habitación cutre y pequeña que, para ser de donde era, ví sorprendentemente limpia. Que yo soy muy aprensivo y no las tenía todas conmigo en ese aspecto. Me desnudé y le dije a la mujer: "bueno, ahora mandas tú".

La mujer dijo "si...er..." se me acercó...creo que me rodeó con los brazos y me dijo "yo...er...te domino"...

-¿No tienes ni puta idea de qué hacer, verdad?

-Bueno, alguna vez alguien me lo ha pedido....pero dime lo que quieres y probamos....

-Es igual, no te preocupes...hazme un manual convencional, dejamos el juego para otro día.

Y así es como una sesión llena de morbo y decadencia se transformó en una paja triste en un piso de un travesti con fama. 

Las reflexiones que tocan no dicen mucho, de nuevo, a mi favor. La prostituta aquella, que como dije rondaría los 70...¿necesitaba clientes hasta el punto de acceder a casi todo? ¿De engañar o intentarlo, aunque fuera de buena fe? ¿Me aproveché yo de ello aunque luego no lo hiciera? ¿Conoció tiempos mejores donde los marineros se la rifaban y ahora sobrevivía con capullos despistados como yo? El ansia por estos juegos...¿es tanta que buscamos patéticamente sesiones low cost? ¿Son las redes sociales el nuevo Rabal donde buscamos saciar nuestras ansias por cuatro pesetas? 

No sé, no lo tengo claro. La cosa es que me fui una vez acabado el servicio, me despedí de Carmen de Mairena (la volví a ver, años después, en otras circunstancias, pero esa historia ahora no toca), hui escopeteado en dirección al metro, de nuevo estuve una semana duchándome con lejía y sintiéndome un mierda durante un día o dos. Pero la paja fue de óscar de jólibud, eso sí, que la experiencia es un grado.



Y con esto acabamos por hoy. La próxima anécdota sobre una alemana que me hizo cantar a Serrat y que, como me sé MEDITERRANEO de memoria, me regaló un cuarto de hora más de sesión. Joder, casi ya la he contado. ¿Veis que cuando quiero sí puedo ser breve? Pero mola más si me enrollo, no?

Tengan cuidado ahí fuera.

Spirit. 

1 comentario:

matango dijo...

Yo tambien me encontre a la Mairena un par de veces... aunque creo que no fue con tanto glamur....